viernes, 2 de noviembre de 2012

No hay que morir dos veces

Esta época de otoño/invierno es mi preferida, me encanta pasear y ver los parques llenos de hojas caídas o de nieve y es cuando más disfruto leyendo un libro. Suelo preparar una buena taza de café o chocolate y me acurruco en el sofá, donde me dejo hechizar por las palabras de una buena novela o libro de relatos.
Dicha novela bien podría ser No hay que morir dos veces.

La mirada de Sandra se pierde en el espejo. Éste le devuelve la imagen de una atractiva joven vestida de blanco, en el que debería ser el día más feliz de su vida. Ya es la hora, con el ramo en una mano y la pistola con canchas de nácar en la otra, se encamina hacia el pasillo de la capilla. Apenas unos pasos les separan. Fija sus ojos en los de él, es una despedida. La bala impacta en la sien del novio, cuyos labios se contraen en una irónica sonrisa antes de que la vida le abandone por completo.

La muerte está presente también en el primer día de la condicional de Gabri. Ha ido a visitar a su mujer. La soledad le pesa como la fría losa que ahora recorre con sus dedos, "Elisa" reza el grabado.
Una mano se posa en su hombro. Conde le ha encontrado y tiene un nuevo encargo para él.

La nena es una niña dócil y encantadora, casi todos los días da de comer a los pájaros. Podría haber llegado a ser realmente bonita si no tuviera síndrome de down. Vive en una casa con jardín, en una urbanización tranquila y apacible dónde nunca ocurre nada. Pero en esos dulces ojos puede atisbarse el miedo, el terror que le produce encerrarse en su habitación, tumbarse entre las sábanas, dónde unos y otros darán cuenta de ella sin piedad, sin remordimientos.
El inspector Méndez, el perro viejo del cuerpo de policía deberá desentrañar la verdad que se esconde tras estos casos...


Cuando empecé a leer esta novela, las primeras páginas me atraparon sin remedio y ya no pude parar. Y es que debo reconocer que en esto Francisco es un maestro, sabe engatusar al lector mostrándole imágenes impactantes, en principio inconexas, para despertar ese anhelo de querer saber el por qué, la razón de lo ocurrido. Para que el interés no decaiga en ningún momento se van intercalando el avance de cada uno de los casos con los auténticos y desenfadados diálogos protagonizados por Méndez, el comisario y en ocasiones su joven compañera Lucía Olmos.

Hay un punto de inflexión en la novela, tras el cual se van precipitando un acontecimiento tras otro hasta llegar a un acongojante y apoteósico final. Sin duda una muy buena novela negra para disfrutar. Me despido con una frase de Méndez : "Todos vivimos mientras alguien nos recuerda."


Francisco González Ledesma es abogado, periodista y escritor.
En 1983 publicó El expediente Barcelona finalista del Premio Blasco Ibáñez y primera novela en la que aparece Méndez, su personaje emblema.
Un año después obtiene el Premio Planeta con Crónica Sentimental en Rojo.
También ha recibido numerosos premios por su carrera como periodista y por la calidad de sus obras.

Aquí os dejo su página web.


1 comentario:

  1. Yo también adoro las tardes de frío en el exterior y calorcito en casa con una taza de té y un buen libro.
    Y sin duda, es una delicia cuando una novela te atrapa desde el principio. No conocía esta, gracias por enseñármela ^.^ la tendré en cuenta para el futuro.

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